120gr. Mantequilla.
120ml. Agua.
120ml. Leche.
60gr. Harina de fuerza.
60gr. Harina repostería.
10gr. Azúcar.
Pizaca de sal.
Nata.
En esta receta dependemos del peso de los huevos. Cascamos los huevos y los pesamos, podemos hacer menos cantidad si queremos. Si os dais cuenta el resto de los ingredientes tienen que pesar la mitad que los huevos. Ponemos al fuego el agua en un cazo con la leche, la mantequilla , el azúcar y la pizca de sal. Antes de que empiece a cocer, lo retiramos y volcamos de golpe la mezcla de las dos harinas. Removemos con fuerza hasta que la pasta se despegue de las paredes del cazo, ponemos unos segundos en el fuego sin dejar de remover. A continuación, retiramos del fuego y lo dejamos reposar un minuto.Vamos añadiendo los huevos uno a uno, es muy importante no añadir el siguiente huevo hasta que no haya adsorbido totalmente el anterior, he utilizado la batidora de varillas ya que si no, requiere bastante esfuerzo y teniendo máquinas que lo hagan "pa' qué" sufrir.
Colocamos una lámina de papel de hornear en la bandeja del horno, que previamente habremos calentado a 210º. Con una manga pastelera iremos poniendo porciones pequeñas con espacio entre ellas, ya que aumentan bastante el tamaño. Los dejaremos en el horno hasta que hayan cogido un color dorado. Cuidado que no se tuesten mucho, que nos saldrán duros. Montamos la nata con azúcar, cortamos los bocaditos, sin llegar a separarlos del todo, y los rellenamos con la nata. Lo podemos hacer con la manga pastelera que queda más bonito pero con una cucharilla también se rellenan genial y es más rápido. Es conveniente que no pongáis nata a más de los que vayáis a comer porque si no se quedarán muy blandos. El resto los podéis meter en una bolsa cerrándola bien sin aire y meterlos en la nevera, se conservan muy bien.
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